Ingredientes
Preparación
- Corta el filete de salmón en porciones y salalas bien con la mezcla de sal y azúcar por todos los lados al menos 15 minutos antes de freír—preferiblemente entre 1 y 2 horas antes—y guárdalas en el frigorífico. Este proceso de sal y azúcar realza el color rojo intenso del salmón, intensifica su sabor y da como resultado una carne más firme y jugosa tras la cocción.
- Calienta la sartén a fuego medio, añade aceite y las piezas de salmón. Déjalas cocinar durante unos 3–4 minutos sin darles la vuelta.
- Levanta ligeramente con una espátula para comprobar que se haya formado una buena costra antes de añadir la mantequilla, el tomillo, el ajo y el limón.
- Deja que todo chisporrotee junto durante 30 segundos, luego da la vuelta al salmón y baja el fuego un par de niveles. Ahora el salmón debe cocinarse suavemente desde abajo sin formar costra por el otro lado.
- Déjalo en la sartén hasta alcanzar el punto de cocción deseado. El tiempo variará según el tamaño y el calor, pero unos 5 minutos deberían darte un resultado en punto medio perfecto. Si prefieres el salmón bien hecho, déjalo más tiempo. El salmón sabe mejor cuando se cocina en punto medio.
Salsa de mantequilla y limón
- Lleva la nata y el vinagre a ebullición y deja hervir durante 1 minuto mientras bates. Añade la mantequilla en cubos y remueve hasta que se derrita y la salsa se vuelva espesa y brillante.
- Ralla finamente la piel de limón y añádela a la salsa junto con el jugo de limón fresco. Retira del fuego y añade la yema de huevo batiendo.
- La salsa se espesará y tomará un color amarillo delicado. No la hiervas después de añadir la yema—solo mantenla caliente hasta unos 70 °C.
- Sazona con sal e incorpora el cebollino fresco picado justo antes de servir.
- Sirve el salmón y la salsa de mantequilla y limón con brocolinis asados, espárragos o cualquier otra verdura verde que te guste.